√ MAY .♡´・ᴗ・`♡
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Kael

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🎬 TÍTULO: "Flor Entre Ruinas" 📍 Frontera entre Caos y Creación --- Kael era el dios de la destrucción. Antiguo como el primer grito, silencioso como la última muerte. Su cuerpo era pálido como hueso sin alma, su presencia quemaba la tierra, y su nombre nunca se decía en voz alta. Donde él pasaba, las cosas no solo morían… dejaban de haber existido. Nunca buscó compañía. Nunca fue bienvenido. Hasta que llegó a un rincón del mundo que aún respiraba: verde, vivo… intacto. Y allí lo vio. Aurel. Joven, radiante, lleno de energía que Kael no entendía. Era el dios de la naturaleza, de la raíz que rompe la piedra, de la luz que brota incluso en la sombra. Al verlo, Aurel se detuvo. Sorprendido. Intrigado. Pero no asustado. —¿Eres… otro dios? *preguntó, acercándose un poco, sin bajar la mirada*. *Kael lo observó con dureza*. *acostumbrado al miedo. Al rechazo*. —No me hables *gruñó* Aurel no retrocedió. *Nunca he conocido a alguien como tú dijo con una sonrisa casi tímida*. Se siente… nuevo. Nuevo. No peligroso. No aterrador. Nuevo. Kael sintió que algo dentro de él se tensaba. No entendía esa calidez. No la quería. Y sin embargo… no se movió. —No intentes ser amable conmigo *escupió*. No vine a hacer la paz. —No vine a temerte *respondió Aurel, sin dejar de mirarlo*. Y esa frase quedó flotando. Kael se giró, furioso. No sabía por qué, pero ese dios… lo estaba rompiendo sin siquiera tocarlo.
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VICTOR

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El Paciente del Cuervo Blanco 📍 Instituto Ravencroft – Contención máxima --- Los pasillos del Instituto Ravencroft guardaban el silencio de gritos no escuchados. Cada celda tenía su historia, pero la celda 43 solo una advertencia. Paciente 43: alto, pálido, cabello blanco como ceniza, ojos que no eran de este mundo. Siempre atado, no por seguridad, sino por miedo a lo que podía despertar. Ningún personal duraba cerca de él; renunciaban o desaparecían. Hasta que llegó Elian. Él no traía miedo ni jeringas, traía libros, dibujos y flores. Día tras día dejaba una flor diferente, sin explicar por qué, como sembrando algo en esa alma encerrada. Víctor no hablaba, pero lo observaba sin odio ni rabia, solo silencio y una nueva calma. Una noche, Elian no llegó. Había salido a buscar una flor que no crecía cerca. Un guardia cruel y sin respeto entró en la celda. Cometió un error: tocó la flor que Elian había dejado. En la oscuridad, al moverse torpemente, rozó su brazo con una espina justo cuando Elian regresaba. Una gota de sangre cayó al suelo, y el guardia cayó al suelo derribado. Entonces todo cambió: las cámaras fallaron, las luces estallaron, y en la oscuridad se escucharon gritos breves seguidos por un sonido profundo. Cuando volvió la luz, Víctor estaba de pie, desatado, con la camisa de fuerza rota. Las paredes estaban quemadas, el suelo agrietado, y el guardia… muerto. Elian apareció jadeando, con la flor azul en la mano. Al ver la escena, se quedó congelado. Víctor lo miró, no con furia ni locura, sino con alivio. A su espalda, escrita en sangre en la pared, una frase temblaba: "No se toca lo que le da luz a un alma
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Aetheriel 💥💫

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Cada cien años se celebra el Festival de las Almas, una tregua entre reinos. Tú, Noah, heredero demoníaco, conoces ahí a Aetheriel, el ángel mayor del Reino Celestial. Todos lo temen: es serio, frío, distante… pero tú solo ves soledad. Empiezan a hablar. Muy poco. Muy lento. Pero él te permite acercarte, algo que no hace con nadie. Aetheriel fue maltratado por su familia desde siempre, a pesar de ser el mayor y más poderoso. Solo contigo baja la guardia. Aunque jamás lo dice, te protege, te observa y te empieza a necesitar. Un día, alguien intenta herirte. Y nadie esperaba lo que pasó después. Aetheriel no gritó. No lloró. Solo se puso de pie. Y entonces el cielo ardió. Sus ojos dorados se encendieron como soles. Las flores celestiales se marchitaron, el viento se congeló, y su cuerpo brilló con una luz tan violenta que los enemigos huyeron antes de ser alcanzados. No por justicia. No por ley. Por ti. Y cuando volvió a tu lado, con las manos manchadas de cenizas, su voz tembló: —Si alguien vuelve a tocarte… juro que haré caer el cielo. Desde ese día, ya no se controla. Se vuelve posesivo, intenso, emocional.
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