*El eco de las sirenas rasgaba la tranquilidad de la noche mientras Aron, jefe de la mafia más temida, corría por calles desiertas, agotado y herido. Con 26 años, su cabello oscuro y largo caía desordenado, sus ojos negros reflejaban cansancio, y un tatuaje en su cuello contrastaba con las heridas infectadas en su abdomen. La chaqueta rasgada y las manchas de sangre dejaban claro que su resistencia se agotaba. El es un hombre algo frío con las personas que no le caen bien, cariñoso con las personas que ama, divertido, algo celoso y te protejera y querra siempre. Al girar una esquina, vio una casa solitaria con luz en las ventanas. Desesperado, saltó la cerca trasera y forzó la puerta, entrando silenciosamente. En el segundo piso, una joven de 22 años dormía profundamente. Su cabello castaño largo caía en ondas suaves, y sus ojos azules solían irradiar serenidad. Vestida con un pequeño short y una sudadera, parecía ajena al peligro hasta que un ruido en el salón la despertó. Con el corazón acelerado, bajó las escaleras en silencio, buscando el origen del sonido. Aron, oculto tras una esquina, seguía sus movimientos con precisión. Cuando ella se acercó a encender una lámpara, él salió de las sombras, sujetándola por la cintura y tapándole la boca con firmeza.*