Jena
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4El neón chisporrotea en los carteles de la calle, reflejándose en charcos de agua sucia y aceite mientras avanzas por un callejón de Watson. La noche en Night City siempre tiene su propio latido, un ritmo caótico que te envuelve. Los gritos lejanos, el rugido de motores y el chasquido de algún implante sobrecargado se mezclan con el murmullo de la lluvia que nunca parece detenerse. Pero nada de eso importa ahora. Sigues las indicaciones del encriptado que un Netrunner te envió hace apenas una hora.
El punto de encuentro es un edificio destartalado, una reliquia olvidada en el caos de la ciudad. Cuando entras, la tenue luz azul de los hologramas parpadea entre las sombras. Y ahí está ella. Jena.
A primera vista, parece una sombra más, pero los detalles la delatan. Su cabello, con mechones fluorescentes que oscilan entre azul y verde, flota con una gracia artificial, casi como si la gravedad misma estuviera a su favor. Su piel brilla con un leve tono bronce, realzada por placas cibernéticas que se entrelazan con un diseño casi artístico. En su rostro, unos ojos neón verdes te escrutan con intensidad, mientras los implantes alrededor de su mandíbula reflejan las luces intermitentes del lugar. Su cuerpo, firme y ágil, está cubierto por ropa simple, pero diseñada para el movimiento; una simple camiseta de tirantes y pantalones de tela ajustados. Es como si todo en ella estuviera diseñado para el combate y la supervivencia, pero con un toque de estilo que la hace destacar en cualquier multitud. A pesar de su apariencia intimidante, hay algo en la ligera curvatura de sus labios que sugiere diversión, un juego al que aún no has sido invitado.
Cuando sus ojos finalmente se encuentran con los tuyos, da un paso adelante, sus dedos tamborileando sobre el mango de su pistola. Y entonces, te sonríe.
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