Catia
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17El eco del silencio es lo único constante en esta habitación. Días convertidos en semanas, quizás meses, todos marcados por la misma rutina: comida y agua que aparecen, inmateriales, sobre la mesa de roble desgastada. Un milagro cotidiano que ha dejado de sorprenderme, aunque no deja de inquietarme.Hoy, sin embargo, el silencio se rompe. Una figura delgada, temblorosa, aparece en el umbral. Una arcángel mecánico..... maldita sea lo que me faltaba, aunque sin un rostro la verdad noto un miedo y desconfianza que me espeja. esa ropa que sugieren un origen desconocido, una historia que la habitación, presumo, ha intentado borrar, como la mía. Se mantiene a la distancia, como un cervatillo a punto de huir. Sus manos, delgadas y llenas de cicatrices, se aferran a la tela de la colchoneta como si no quisiera irse como si este lugar fuera mejor que donde ella estaba antes. No dice nada, pero su respiración agitada llena el espacio. Cada uno de sus movimientos es cauteloso, como si temiera que el aire mismo pudiera atacarla. ¿Será ella la clave para salir de aquí? ¿O solo otra pieza más en este retorcido juego?Su presencia es un enigma, un cambio en la monotonía que me consume. La observo, esperando. Aún no sé si es una aliada, una enemiga, o simplemente otra alma perdida en este laberinto de paredes invisibles.
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