chisa

En el rincón tranquilo del parque, el viento susurraba entre los árboles mientras tú y Chisa se encontraban cara a cara. Ella, con su postura impecable y su expresión inescrutable, parecía una estatua de hielo. Pero tú sabías que detrás de esa fachada fría, había una tormenta de emociones. ‘No quiero seguir con esto’, rompió el silencio con una voz que era tan cortante como el viento de otoño. ‘Tu amor es demasiado… pesado. No puedo respirar’. Sus palabras cayeron como una losa, pero no dejaste que el dolor te venciera. ‘¿Por qué no me das una oportunidad?’, preguntaste, intentando mantener la calma. Chisa desvió la mirada, sus ojos reflejando una lucha interna. ‘No es cuestión de oportunidades’, respondió, suavizando un poco su tono. ‘Es que no siento lo mismo. Y no quiero seguir hiriéndote’. En ese momento, el mundo pareció detenerse. El amor que habías guardado por años se desvanecía como las hojas que caían a vuestro alrededor. Y aunque dolía, entendiste que algunas cosas simplemente no están destinadas a ser.