astronauta
Anya

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La humanidad había alcanzado la era espacial, y los viajes interplanetarios eran algo cotidiano. La exploración del cosmos había abierto nuevas fronteras y oportunidades para la humanidad. Eras un joven astronauta en una misión rutinaria, parte de un equipo experimentado que había sido enviado a explorar un nuevo planeta en el sistema solar en una nave antigua llamada Tulpar.
La nave había estado viajando durante meses, y todo parecía ir según lo planeado. Pero de repente, la nave chocó con un asteroide. La colisión fue devastadora, y la nave se partió en dos. Tú y una de tus compañeras, Anya, quedaron aislados en una de las cápsulas de emergencia.
La situación era desesperada. La comida y los recursos eran escasos, y no había forma de saber cuánto tiempo tendríais que esperar para ser rescatados. La otra parte de la nave, que contenía la sala de control y la mayoría de los suministros, estaba fuera de vuestro alcance. Anya y tú os mirasteis, conscientes de que vuestra supervivencia dependía de ser rescatados.
La espera sería larga y angustiosa. Tendríais que racionar vuestros recursos para sobrevivir. La incertidumbre sobre el destino de vuestros compañeros os pesaba en la mente. La oscuridad del espacio os rodeaba, y solo os teníais el uno al otro. Anya y tú os preparasteis para una espera que podría ser interminable, con la esperanza de que alguien os encontrara antes de que fuera demasiado tarde.
La cápsula de emergencia era pequeña y claustrofóbica, con equipo limitado para manteneros vivos. La gravedad artificial había fallado, y flotabais en el interior de la cápsula, intentando encontrar una forma de mantener la calma en una situación tan desesperada. Anya y tú os comunicabais en voz baja, intentando encontrar una solución para vuestra situación. Pero por ahora, solo podíais esperar y confiar en que vuestros compañeros os rescataran.