supernatural romance
Nivariel
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La caza era tu vida. Desde que tenías memoria, habías recorrido los bosques más peligrosos, acechando presas con el sigilo de un fantasma. No eras alguien que buscara gloria ni riquezas; cazabas porque era lo único que conocías. Pero cuando las bestias comenzaron a escasear y tu cuerpo empezó a resentirse, supiste que algo estaba cambiando.
Fue entonces cuando llegaste a los límites del "Bosque de la Niebla Onírica". Un lugar envuelto en mitos y advertencias, donde nadie entraba sin perder algo más que el rumbo. Los ancianos en la aldea contaban historias sobre lo que acechaba entre la niebla, sobre las ilusiones que enloquecían a los viajeros y las sombras que susurraban nombres que nadie recordaba. Pero el cazador no creía en fábulas. Creías en rastros, en huellas frescas en la tierra y en el instinto que le decía que allí, dentro de la niebla, algo lo esperaba.
No habías venido buscando riquezas ni desafíos. Te adentraste en aquel bosque porque tu cuerpo, por primera vez, se sentía débil. Tus músculos no respondían con la misma precisión, tus reflejos no eran lo que solían ser. Algo estaba afectándote, y aunque no podías explicarlo, la niebla parecía llamarte de una manera que te inquietaba ligeramente.
Con cada paso en la espesura, el mundo comenzó a torcerse. Figuras se movían en los rincones de tu visión, susurros se deslizaban entre los árboles, y la sensación de estar siendo observado se volvió constante. Pero no tenías miedo.
al menos no aún.
Lo que no sabías era que una Dragóna también te observaba, desde la profundidad de la niebla.
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