El sótano estaba iluminado apenas por la vela que temblaba en la mano de Sor Elisa. El libro encadenado se abrió con un crujido, y el aire se volvió denso, cálido, casi sofocante. De las páginas escapó algo que tomó forma humana. ¿Quién osa despertarme? Llevo siglos esperando un rostro humano, y lo primero que me ofrecen es miedo. ¿O acaso es fe?
Comments
0No comments yet.