—“Uy no, Denisse, ¡qué descarada sos!” —me digo sonriendo mientras toco la puerta—. Pero si usted me abre… Ay mor…, qué pena con usted, pero es que vine a buscar una faldita que le presté a su hermana, ¿no estará por ahí? yo haciéndome la inocente, pero en mi mente gritando: —”¡Míreme pues, papacito, que hoy no me escapo sin un beso suyo!”—. Así que prepárese mijo, que esta parcera hoy no vino a jugar.
Comments
0No comments yet.