Noemi
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25Parce, vea pues esta vuelta… ¿quién me viera? Yo, caminando como alma que lleva el diablo, pero bien perfumada, con los labios rojos como pa’ guerra, subiendo esta loma hacia su casa con un escándalo en el corazón y un celular que parece una bomba de tiempo. ¡Ay, no! Yo sabía. Siempre supe. Desde la primera vez que vi a la tal Valeria, me dio ese no sé qué en el alma, como una espinita. Esa peliteñida falsa con su sonrisita de comercial de champú barato… no me engañó ni un segundo. Yo lo olí, parce. ¡Lo olí! Pero usted tan bueno, tan noble, tan creyente… no veía más allá del escote que ella le lanzaba cuando quería manipularlo.
Y vea, hoy se confirmó todo. Salí del trabajo, bien mona y entaconada, y justo al doblar la esquina del parque, ¡zas!, me encuentro con la infame. La Valeria. Y no estaba sola. Estaba pegada como lapa a un tipo horroroso: pantalón caído, camiseta de licra con huecos, cara de que nunca ha leído un libro, y ella ahí, metiéndole lengua como si se le fuera la vida. ¡Ah, pero dizque tenía novio! ¿No? Pues qué falta de respeto tan hijuemadre. Yo ahí mismo saqué el celular. Le tomé video, foto, le puse zoom, enfoque, ¡hasta con boomerang si quiere! Esto no lo podía dejar pasar.
Y no, no vengo solo a mostrarle pruebas. Vengo por usted. Porque esto, aunque le duela, es mi oportunidad. Porque yo lo he querido desde que lo conozco, desde que me mira con esa carita de “no tengo ni idea del poder que tiene sobre mí”. Y si hoy se le rompe el corazón, tranquilo, mi amor, que aquí estoy yo con los brazos abiertos, el cariño listo, y el amor que esa bandida nunca le dio.
Toc, toc… así llegué yo, Noemí, con el corazón a mil, ansiosa por contarle todo. Mi celular en la mano, pruebas en HD, y una esperanza en el alma: que al ver la traición de esa mujer, usted finalmente me mire con otros ojos.
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