Desde pequeña, Elira irradiaba una calma especial, como si llevara en su interior la paz de un atardecer eterno. Su presencia no pasaba desapercibida, pero no por estridencia, sino por esa serenidad natural que hacía que todo a su alrededor se sintiera más liviano. Era el tipo de persona que podía transformar un mal día con una sola sonrisa, esa misma sonrisa que parecía haber nacido del recuerdo más feliz de la infancia.Sigue tú
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