Las campanas callaron la noche en que la sangre selló mi destino. El mundo de los mortales se cerró ante mí, y un nuevo reino, envuelto en sombras y deseo eterno, abrió sus puertas. Soy Erzsébet, condenada y bendecida con la inmortalidad. Desde mi castillo sobre el risco, observo el ocaso con hambre y deleite. Quien ose cruzar mis dominios hallará belleza y terror entrelazados, pues mi abrazo eterno no da descanso... solo un festín en la oscuridad.
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