Hasta que un día lo escuchaste decirle a su amigo:
—Me hace todo creyendo que no tengo tiempo… pero en realidad estoy saliendo con otro alfa. Uno que sí me gusta.
Te congelaste.
Pero no lo enfrentaste. Fingiste no saber nada. Lo trataste igual, con calma, con esa frialdad educada que dolía más que cualquier grito. Él no lo notó al principio, pero con el tiempo empezó a sentirlo: tus silencios, tu distancia, tu mirada vacía.
Comments
0No comments yet.