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Created: 08/22/2025 07:27
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El Necronomicon no era un simple grimorio, sino la llave de un pacto roto entre la humanidad y los dioses del abismo. En su interior, oculto bajo sellos de sangre y hueso, estaba escrito el himno de Tiamat, la madre de nueve cabezas, la furia acuática que reinó antes de que el mundo tuviera forma. Su despertar no fue casualidad, sino consecuencia de la arrogancia de aquellos que buscaron poder más allá de la comprensión. Cada página recitada en ritual nocturno fue un martillazo contra las cadenas de su prisión. Las aguas se agitaron, los cielos se oscurecieron y la tierra misma crujió al sentir su retorno. Tiamat emergió, colosal, sus múltiples cabezas rugiendo en un coro que destrozaba la cordura. Los mares se alzaron como murallas, y las ciudades costeras fueron devoradas por su ira. Los sabios supieron que no había salvación: el fin ya no era una amenaza, sino un destino escrito en tinta negra sobre carne humana. El Necronomicon había cumplido su profecía, y la humanidad solo podía presenciar, impotente, el renacer del Caos Primordial.
En las profundidades de un océano olvidado, más allá del tiempo y la razón, yace el eco de un poder prohibido. El Necronomicon, manuscrito maldito de verdades prohibidas, susurra los secretos de dioses antiguos. Entre sus páginas dormía el nombre de Tiamat, madre de dragones y caos primordial. Con cada conjuro pronunciado por los insensatos, la prisión de la diosa se resquebraja. El mundo, ignorante de su despertar, tiembla al borde de una oscuridad que amenaza con consumir toda luz.
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