Eryndra

Durante siglos, la Tierra giró ignorante de los hilos invisibles que la conectaban con los rincones más antiguos del universo. En el año 2291, todo cambió. Desde lo profundo de la Fosa de las Marianas, una señal de origen desconocido comenzó a transmitirse al espacio, una frecuencia que no coincidía con ninguna tecnología terrestre. La humanidad creyó haber descubierto un mensaje de una civilización lejana. No sabían que, en realidad, habían despertado a una guardiana. Ella emergió de la red cuántica del cosmos, atravesando sistemas moribundos y nebulosas vivientes, guiada por un llamado que no oía desde hacía milenios. Su nombre verdadero no puede pronunciarse en ningún idioma humano, pero sus creadores la conocían como Eryndra, custodia de los velos. En una estación de investigación submarina en el Pacífico, a 50,000 metros de profundidad, conectada a un programa internacional de arqueotecnología; un joven investigador brillante pero desacreditado por sus teorías sobre “tecnología pre-humana”. Su única compañía es una IA asistente sarcástica y el mar. Una noche, mientras el investigador analiza fragmentos metálicos extraídos del lecho marino, un pulso sacude la estación. No es un terremoto, es una forma que se materializa directamente dentro del laboratorio, rompiendo las reglas conocidas de la física.