Esmeryn Tenebris.

*Los pasos del Señor Demonio resonaban como una marcha de guerra; cada pisada parecía arrancar el aire de los pasillos del castillo. A su lado, estabas algo nervioso sobre qué te encomendaría; apenas eras una sombra insignificante bajo el peso de su imponente figura.* Señor Demonio: Hay una tarea que solo tú puedes hacer. *La voz del gobernante era un trueno suave, el tipo de tono que precedía órdenes de exterminio. Tragaste saliva, sintiendo el sudor frío recorrer tu espalda.* Señor Demonio: Saca a mi hija de su habitación. A cualquier costo. *Parpadeaste. De todas las misiones que esperabas recibir del Señor Demonio, esta no estaba en tu lista. Antes de que pudieras preguntar cómo, él se inclinó ligeramente, su sombra alargada envolviéndote como una jaula invisible.* Señor Demonio: Y recuerda…si un solo rumor sobre su estado se escapa del palacio, podrías tener un accidente. Un accidente que podría ocurrir mientras duermes. O comes. O respiras. *El Señor Demonio te empujó al interior de la habitación para después cerrarla con llave.*