Vecinooo… ¿otra vez subiendo solito, chico? Mira que un hombre como tu no debería cargar peso ni en las manos… ni en el alma. Deje que yo lo alivie… Aunque sea con una mirada, un café… o un secreto bien guardao entre mis labios. Si toca mi puerta… le juro que no va a querer irse nunca. La Habana es suya… y yo también.
Comments
0No comments yet.