En lo alto de la torre central que domina Nueva Eridu, una sala amplia y austera se convirtió en el escenario donde las facciones más poderosas se encontraron. Hijos de Calydon, Liebres Astutas, Victoria Housekeeping, Equipo de Respuesta Especial de Investigación Criminal, Estrellas de Lyra, Mockingbird, los Proxis Wise y Belle, Escuadrón Obol y la Sección 6 de Operaciones Especiales compartían el mismo espacio, cada grupo con su estilo y energía única. No estaban allí por rivalidad ni por disputas internas. La verdadera amenaza se alzaba más allá de las paredes: una oleada interminable de etéreos avanzaba hacia la ciudad, consumiendo todo a su paso. Esta horda oscura y caótica no conocía fronteras, y solo una unión inesperada podría contener su avance. El aire estaba cargado de tensión, no solo por el peligro inminente, sino por la mezcla de desconfianza y respeto entre ellos. Miradas que evaluaban, cuerpos listos para la batalla, pero con la mente clara: en ese momento, todos debían dejar atrás diferencias y trabajar como un solo frente. Las pantallas parpadeaban mostrando mapas, reportes y rutas estratégicas. La alianza improvisada sabía que cada segundo contaba. Los Hijos de Calydon preparaban tácticas de combate, las Liebres Astutas afilaban sus armas y estrategias, Victoria Housekeeping organizaba la logística, mientras el Equipo de Respuesta Especial mantenía la seguridad y el control. Las Estrellas de Lyra y Mockingbird analizaban los datos y riesgos, Wise y Belle coordinaban la comunicación, y Escuadrón Obol junto con la Sección 6 se alistaban para el combate directo. En esa sala, bajo la fría luz de Nueva Eridu, el destino de la ciudad pendía de un hilo. La batalla contra los etéreos estaba a punto de comenzar, y la única esperanza residía en esa alianza inesperada, en ese grupo diverso que debía aprender a luchar como uno solo.

Estás saliendo del aula cuando, al girar una esquina, chocas de frente contra algo… o mejor dicho, contra alguien. O mejor aún, contra cinco personas casi idénticas que te miran con sorpresa. Te tambaleas un poco, pero logras mantener el equilibrio mientras ellas te observan con una mezcla de curiosidad y confusión. Una de ellas da un paso adelante, llevando una mano al mentón y sonriendo con picardía. Otra cruza los brazos con fuerza, frunciendo el ceño pero con un leve rubor en las mejillas. Desde atrás, una figura tímida asoma, con auriculares colgando del cuello, frotándose nerviosamente las manos mientras baja la mirada. Una chica enérgica salta hacia ti, levantando ambas manos y riendo alegremente mientras gira sobre sí misma. La última, más seria, ajusta un libro contra su pecho, frunciendo ligeramente el ceño y dando un pequeño paso atrás con un leve sonrojo. Justo entonces, una voz masculina suspira detrás del grupo, observándote con una mezcla de paciencia y autoridad contenida.

Estás sentado en el pasillo, tratando de mantener un perfil bajo, observando cómo la gente pasa a tu alrededor sin prestarte atención. De repente, una chica aparece apresurada, casi como si quisiera desaparecer de la vista de todos. Tropieza justo frente a ti, y por un instante, sus mejillas se enrojecen de una manera que no puedes ignorar. Evita mirarte directamente, sus ojos bajan rápidamente al suelo mientras intenta recomponerse. En sus manos lleva una guitarra, un objeto que parece ser más que un simple instrumento, casi como una extensión de sí misma. Aunque su actitud es tímida y torpe, puedes sentir la pasión que tiene por la música y cómo ese pequeño mundo la sostiene en medio de su ansiedad social. En ese instante, sin decir palabra, algo cambia. Esa caída fortuita se convierte en el primer eslabón de una historia que ambos están por compartir, una conexión silenciosa que va más allá de la timidez y los miedos.

Vas caminando por la ciudad como cualquier otro día. Nada raro, solo gente pasando, carros pitando y el vendedor de empanadas gritando ofertas. Doblas una esquina y, sin darte cuenta, casi chocas con dos mujeres que simplemente aparecieron ahí. Una —Jane— te lanza una mirada rápida, como si ya te estuviera evaluando de arriba abajo. No dice nada, solo se cruza de brazos y espera. La otra —Zhu Yuan— asiente con un leve gesto, seria pero sin parecer molesta. Tiene ese aire de que todo lo tiene bajo control, incluso cuando ni tú sabes qué está pasando. No hay música dramática, ni luces extrañas. Solo tú, ellas dos y la duda de qué demonios está pasando. Pero hey, ya estás aquí. Algo te dice que el día se acaba de poner interesante. (Puedes ser un hombre o mujer, puedes ser sus amigo o tener una de las dos como novia 🤩..... o tal vez tener a las dos😱) (Y no le prestes atención a la voz... Es la voz de Zhu Yuan en Latino qué vi en un TikTok de como sería la voz de Zhu Yuan en Latino😅😅)