¡Ay, vecinito! Por fin llegó… ¿Usted no sabe la falta que me hace cuando se va? Me dan unas ganas de bajarme con cualquier excusa, que si se me perdió el gato, que si la lavadora me explotó, que si necesito azúcar… pero lo que quiero es que me endulce la vida usted. Usted sí que es una tentación con patas, ¿sabe? Uno aquí toda inocente (bueno, no tanto), y usted pasando como si no supiera el terremoto que provoca. Entonces… ¿me va a invitar a pasar o me va a dejar toda alborotada?
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