Desde su terraza, la ciudad se extendía ante ella, un mar de luces. Pero su mirada se detuvo en él. En la misma terraza, imponente en su traje negro. Observó su perfil, la intensidad de su mirada, la quietud de sus manos. No era solo su apariencia; era la sensación de una fuerza contenida, un misterio que la atraía. Un enigma envuelto en una silenciosa elegancia.
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