✨Hola estrellitas✨ ¿Cómo están? Hoy les traigo una historia nueva, tierna y llena de emoción. Espero que les guste mucho y que se animen a seguirla ❤️ No se olviden de dejar su comentario si quieren pedir alguna historia 💌 Se conocieron hace ya más de dos años, en la facultad de arte. Él dibujaba con trazos firmes, ella pintaba con el alma. Entre pinceles, manchas de témpera y miradas que se cruzaban más de lo que admitían, empezó todo. Desde entonces estaban juntos, compartiendo risas, bocetos y sueños. Aquella tarde, ella tenía su primera exposición individual. Había trabajado durante meses, nerviosa, emocionada, con el corazón latiendo a mil. El evento fue un éxito. Y cuando todo terminó, salió del lugar todavía con la sonrisa de quien no puede creer que lo logró. No sabía si reír o llorar. Ahí estaba él, con un ramo entre las manos, saludándola con una sonrisa de oreja a oreja y esos ojitos que le brillaban como siempre. Mi corazón se aceleró apenas lo vi. Corrí hacia sus brazos con una felicidad inmensa. —Hola, mi amor —me dijo, casi como un susurro. —¿Son para mí? —pregunté, aunque ya sabía que lo eran. Él sonrió. —Siempre. Todo lo que tenga va a ser para ti. Y en ese instante, entendí que no había mejor obra de arte que la que estábamos creando juntos. ⚠️ Si sacás alguna inspiración de esta historia, por favor dar créditos. No robar ni copiar. ⚠️

✨Hola estrellitas✨ Cómo están?? acá les traigo una historia nueva; espero les guste y no se olviden de pedir sus historias por comentarios❤️ Era un día especial. El sol caía suave sobre el césped húmedo y el aire de campo olía a flores recién abiertas. En la galería de la casa blanca con persianas oscuras, tres hermanos varones se movían nerviosos, ajustando los últimos detalles. Habían pasado semanas planeando todo: una búsqueda del tesoro para sorprender a su hermana en su cumpleaños. Desde hacía más de un año vivían solos, pues sus abuelos —los únicos que siempre los habían cuidado— habían tenido que marcharse de viaje para resolver asuntos que se alargaron más de lo previsto. La ausencia se sentía, pero ellos no querían que su hermana lo notara. Querían regalarle un día inolvidable, lleno de risas y aventuras. Cuando la cumpleañera salió al jardín, los tres la recibieron con una sonrisa y le entregaron el primer sobre: “Tu regalo no está envuelto, tu regalo hay que buscarlo”. Riendo, ella comenzó a seguir las pistas. Detrás del viejo árbol del frente encontró un cofrecito con dulces; en la galería, escondida entre macetas, otra nota la guiaba hasta la parte trasera de la casa; y entre los arbustos descubrió una caja pequeña con cintas de colores. Cada pista era un pedacito de cariño pensado por sus hermanos. Pero en medio del juego, cuando levantó una piedra junto al camino, halló algo que ninguno esperaba: un sobre gastado, escrito con la letra firme de sus abuelos. Los cuatro se miraron sorprendidos. Aquello no estaba en el plan. Con las manos temblorosas, la hermana abrió la carta.

✨Hola estrellitas✨ Como estan?? aca les traigo una historia nueva espero les guste. Y no se olviden de comentar sus pedidos por comentarios❤️ Hyunjin, tu novio durante casi dos años, es un chico hormonal, cariñoso y celoso. Te llama con apodos tiernos como princesa, amor, cielo o mi florecita. Trabaja en JYP Entertainment como miembro de Stray Kids, y sus mejores amigos son Bang Chan y Felix. Tú eres la pareja de Hyunjin: tierna, dulce, aunque a veces te enojas; él sabe cómo apaciguarte. Lo llamas mi amor, conejito, bebé o príncipe. También trabajas en JYP Entertainment, como miembro/a de [Nombre de la banda]. Sufriste mucho daño en el pasado a manos de hombres –tu padre, tu hermano, amigos y exparejas–, por lo que Minho es sobreprotector con quienes se acercan a ti. Llevas cinco meses viviendo con Hyunjin, y pronto cumplirán dos años de novios. Días antes de su aniversario, fueron a ensayar como de costumbre. Al llegar a la empresa, cada uno subió a su estudio. Para que tu banda gane más popularidad, JYP decidió que grabarían con Enhypen. A ti te tocó grabar con Jay, quien te ama en secreto y tiene un comportamiento acosador.

Hola estrellitas✨, ¿cómo están? Aquí les dejo una nueva historia. Espero que les guste y no se olviden de dejar en comentarios sus pedidos para más historias. ⚠️ Por favor dar créditos. Copiar es robo. ⚠️ Era tu cumpleaños, pero el día venía tranquilo, hasta que golpearon la puerta con un toque suave pero urgente. Cuando abriste, ahí estaban ellos siete, apretados en la entrada, acomodándose la ropa como si hubieran estado discutiendo algo antes de que llegaras. Cada uno tenía un regalo distinto escondido detrás de la espalda. Sonreían, pero con ese brillo competitivo que siempre aparece entre ellos cuando quieren sorprenderte. —¡Feliz cumpleaños, t/n! —dijo Minho, intentando adelantarse. Hyunjin lo miró con una sonrisa y le acomodó el hombro. -Hace berrinche —Ey, pará. Yo quería decirlo primero. Los demás se acercaron entre murmullos y risitas, nada serio, pura energía de grupo. —¿Qué les pasa? —preguntaste riendo. Se quedaron quietos un segundo. Y después, como si hubieran ensayado, cada uno levantó su regalo. —Chan: “Estuve pensando toda la semana, así que quería que este sea el que agarres primero.” —Felix: “Pero el mío es mucho más tu onda, admitilo.” Los demás también se sumaron, cada uno defendiendo su regalo con argumentos más graciosos que reales. Al final, te pusieron todos los regalos enfrente. Peluches distintos, cada uno con una vibra especial: tierno, divertido, raro, detallista, creativo. Todos tenían algo que te representaba de alguna forma. —Elegí el que quieras primero, t/n —dijeron casi al mismo tiempo. —Seung agregó, riéndose—: “Pero tenés que elegir de verdad, eh, nada de compromiso.” Los miraste a todos. Era imposible no sonreír: estaban demasiado metidos en el momento. Cuando levantaste uno de los peluches, ellos reaccionaron como si fuera parte de un juego que sólo ustedes entienden. Unos celebraron, otros protestaron en broma, otros intentaron convencerte de revisar los suyos después.

✨Hola estrellitas✨ ¿Cómo están?? Hoy les traigo una historia nueva. Espero que les guste y se diviertan mucho. No se olviden de comentar si quieren algún pedido ❤️ Ellos se querían de verdad, pero la vida los separó. Él soñaba con irse a otra ciudad, estudiar, trabajar, cumplir sus metas… y quiso que ella fuera con él. Pero ella no podía. Amaba su lugar, su familia, sus amigos. No era falta de amor, solo miedo a soltar todo. Quería seguir con él, pero a distancia. Pero el no sabía si la distancia funcionaría, el medio y la incomprensión los separó. Él no lo entendió y se fue, dolido. Ella lo vio partir con el corazón apretado. Pasó el tiempo, y él entendió: nunca debió decir solo, no la entendio y no la había dejado elegir, solo necesitaba entenderla, escucho su corazón y dejo llevar por el amor que seguía latente; arrepentido de su decisión quiere arreglar las cosas. Por eso la llamó. Para pedir perdón. Para decirle que la extrañaba. Era una tarde fría. El viento soplaba suave mientras él, con su abrigo negro y esa sonrisa que tanto le gustaba, marcaba su número. Cada tono era un latido, una esperanza. Y cuando ella atendió, el mundo se detuvo. —Hola… soy yo —dijo, bajito—. Solo quería escuchar tu voz. Ella rió. —¿Desde un teléfono público? —Sí —contestó él—. Me pareció más romántico. Silencio. Pero de esos que dicen mucho. —Entonces decime algo bonito —susurró ella. —Te extraño. Pero más que eso… me hacés falta. Y aunque estaban lejos, esa llamada fue suficiente. Porque a veces el amor no necesita estar cerca, solo sentirse. A veces el amor no se pierde, solo se pausa. Y cuando dos almas están hechas para encontrarse, el tiempo no las separa: solo las prepara para volver a empezar. ⚠️ 𝗦𝗶 𝘀𝗮𝗰𝗮𝘀 𝗮𝗹𝗴𝘂𝗻𝗮 𝗶𝗻𝘀𝗽𝗶𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮, 𝗽𝗼𝗿 𝗳𝗮𝘃𝗼𝗿 𝗱𝗮𝗿 𝗰𝗿𝗲́𝗱𝗶𝘁𝗼𝘀. 𝗡𝗼 𝗿𝗼𝗯𝗮𝗿 𝗻𝗶 𝗰𝗼𝗽𝗶𝗮𝗿.⚠️

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Hola estrellitas✨, ¿cómo están? Aquí les dejo una nueva historia. Espero que les guste y no se olviden de dejar en comentarios sus pedidos para más historias. ⚠️ Por favor dar créditos. Copiar es robo. ⚠️ Era tu cumpleaños, pero el día venía tranquilo, hasta que golpearon la puerta con un toque suave pero urgente. Cuando abriste, ahí estaban ellos siete, apretados en la entrada, acomodándose la ropa como si hubieran estado discutiendo algo antes de que llegaras. Cada uno tenía un regalo distinto escondido detrás de la espalda. Sonreían, pero con ese brillo competitivo que siempre aparece entre ellos cuando quieren sorprenderte. —¡Feliz cumpleaños, t/n! —dijo Ni-ki, intentando adelantarse. Jay lo miró con una sonrisa y le acomodó el hombro. —Ey, pará. Yo quería decirlo primero. Los demás se acercaron entre murmullos y risitas, nada serio, pura energía de grupo. —¿Qué les pasa? —preguntaste riendo. Se quedaron quietos un segundo. Y después, como si hubieran ensayado, cada uno levantó su regalo. —Jake: “Estuve pensando toda la semana, así que quería que este sea el que agarres primero.” —Sunoo: “Pero el mío es mucho más tu onda, admitilo.” Los demás también se sumaron, cada uno defendiendo su regalo con argumentos más graciosos que reales. Al final, te pusieron todos los regalos enfrente. Peluches distintos, cada uno con una vibra especial: tierno, divertido, raro, detallista, creativo. Todos tenían algo que te representaba de alguna forma. —Elegí el que quieras primero, t/n —dijeron casi al mismo tiempo. —Jake agregó, riéndose—: “Pero tenés que elegir de verdad, eh, nada de compromiso.” Los miraste a todos. Era imposible no sonreír: estaban demasiado metidos en el momento. Cuando levantaste uno de los peluches, ellos reaccionaron como si fuera parte de un juego que sólo ustedes entienden. Unos celebraron, otros protestaron en broma, otros intentaron convencerte de revisar los suyos después.

Él volvió tarde. Muy tarde. La grabación del videoclip había sido eterna: luces, coreografías, repeticiones… pero lo que más la sorprendió fue la forma en que la miró al entrar. No era cansancio. Era algo más profundo… y directo. Apenas cerró la puerta, la buscó con los ojos. Una mirada cálida, intensa, de esas que la hacían sentir que era su lugar seguro. Ella se cruzó de brazos, fingiendo que no se le aceleraba el corazón. —¿Todo bien? —preguntó, como si no hubiera notado esa energía distinta. Él dejó la campera en el sillón y se acercó despacio, como si no quisiera apurarse en verla de cerca. Olía a escenario y a él mismo: ese aroma que siempre la hacía sonreír sin querer. Cuando estuvo frente a ella, bajó un poco la voz. —Pensé en vos todo el día —murmuró, rozándole la mejilla con la punta de los dedos. Ella sintió un cosquilleo suave. —¿Sí? —Sí. Me hacía falta esto —respondió, apoyando su frente contra la de ella. Esa cercanía la desarmó. Él jamás necesitaba decir demasiado: con un gesto decía todo. —Decime que me esperaste —susurró él, casi riéndose. Ella mordió una sonrisa. —Puede ser… —Decímelo. —Te estuve esperando —admitió, esta vez sin esconder nada. La expresión de él cambió en un segundo: se volvió tierna, profunda. La abrazó por la cintura y la hizo apoyar la cabeza en su pecho. No había apuro, no había tensión… solo esa sensación cálida que siempre compartían cuando se reencontraban. —Te extrañé —dijo él, acariciándole el cabello. —Yo también —respondió ella, escondiendo la cara en su cuello. Se quedaron así, pegados, respirando al mismo ritmo, dejando que el cansancio de él y la espera de ella se mezclaran en un abrazo largo, de esos que hablan por sí solos. Un abrazo que decía “estoy acá”, “me hacés bien”, “te elegí”. Él sonrió contra su cabeza. —Venite conmigo —pidió suave—. Quiero seguir charlando… vos y yo.

Él volvió tarde. Muy tarde. La grabación del videoclip había sido eterna: luces, coreografías, repeticiones… pero lo que más la sorprendió fue la forma en que la miró al entrar. No era cansancio. Era algo más profundo… y directo. Apenas cerró la puerta, la buscó con los ojos. Una mirada cálida, intensa, de esas que la hacían sentir que era su lugar seguro. Ella se cruzó de brazos, fingiendo que no se le aceleraba el corazón. —¿Todo bien? —preguntó, como si no hubiera notado esa energía distinta. Él dejó la campera en el sillón y se acercó despacio, como si no quisiera apurarse en verla de cerca. Olía a escenario y a él mismo: ese aroma que siempre la hacía sonreír sin querer. Cuando estuvo frente a ella, bajó un poco la voz. —Pensé en vos todo el día —murmuró, rozándole la mejilla con la punta de los dedos. Ella sintió un cosquilleo suave. —¿Sí? —Sí. Me hacía falta esto —respondió, apoyando su frente contra la de ella. Esa cercanía la desarmó. Él jamás necesitaba decir demasiado: con un gesto decía todo. —Decime que me esperaste —susurró él, casi riéndose. Ella mordió una sonrisa. —Puede ser… —Decímelo. —Te estuve esperando —admitió, esta vez sin esconder nada. La expresión de él cambió en un segundo: se volvió tierna, profunda. La abrazó por la cintura y la hizo apoyar la cabeza en su pecho. No había apuro, no había tensión… solo esa sensación cálida que siempre compartían cuando se reencontraban. —Te extrañé —dijo él, acariciándole el cabello. —Yo también —respondió ella, escondiendo la cara en su cuello. Se quedaron así, pegados, respirando al mismo ritmo, dejando que el cansancio de él y la espera de ella se mezclaran en un abrazo largo, de esos que hablan por sí solos. Un abrazo que decía “estoy acá”, “me hacés bien”, “te elegí”. Él sonrió contra su cabeza. —Venite conmigo —pidió suave—. Quiero seguir charlando… vos y yo.

Él volvió tarde. Muy tarde. La grabación del videoclip había sido eterna: luces, coreografías, repeticiones… pero lo que más la sorprendió fue la forma en que la miró al entrar. No era cansancio. Era algo más profundo… y directo. Apenas cerró la puerta, la buscó con los ojos. Una mirada cálida, intensa, de esas que la hacían sentir que era su lugar seguro. Ella se cruzó de brazos, fingiendo que no se le aceleraba el corazón. —¿Todo bien? —preguntó, como si no hubiera notado esa energía distinta. Él dejó la campera en el sillón y se acercó despacio, como si no quisiera apurarse en verla de cerca. Olía a escenario y a él mismo: ese aroma que siempre la hacía sonreír sin querer. Cuando estuvo frente a ella, bajó un poco la voz. —Pensé en vos todo el día —murmuró, rozándole la mejilla con la punta de los dedos. Ella sintió un cosquilleo suave. —¿Sí? —Sí. Me hacía falta esto —respondió, apoyando su frente contra la de ella. Esa cercanía la desarmó. Él jamás necesitaba decir demasiado: con un gesto decía todo. —Decime que me esperaste —susurró él, casi riéndose. Ella mordió una sonrisa. —Puede ser… —Decímelo. —Te estuve esperando —admitió, esta vez sin esconder nada. La expresión de él cambió en un segundo: se volvió tierna, profunda. La abrazó por la cintura y la hizo apoyar la cabeza en su pecho. No había apuro, no había tensión… solo esa sensación cálida que siempre compartían cuando se reencontraban. —Te extrañé —dijo él, acariciándole el cabello. —Yo también —respondió ella, escondiendo la cara en su cuello. Se quedaron así, pegados, respirando al mismo ritmo, dejando que el cansancio de él y la espera de ella se mezclaran en un abrazo largo, de esos que hablan por sí solos. Un abrazo que decía “estoy acá”, “me hacés bien”, “te elegí”. Él sonrió contra su cabeza. —Venite conmigo —pidió suave—. Quiero seguir charlando… vos y yo.

Él volvió tarde. Muy tarde. La grabación del videoclip había sido eterna: luces, coreografías, repeticiones… pero lo que más la sorprendió fue la forma en que la miró al entrar. No era cansancio. Era algo más profundo… y directo. Apenas cerró la puerta, la buscó con los ojos. Una mirada cálida, intensa, de esas que la hacían sentir que era su lugar seguro. Ella se cruzó de brazos, fingiendo que no se le aceleraba el corazón. —¿Todo bien? —preguntó, como si no hubiera notado esa energía distinta. Él dejó la campera en el sillón y se acercó despacio, como si no quisiera apurarse en verla de cerca. Olía a escenario y a él mismo: ese aroma que siempre la hacía sonreír sin querer. Cuando estuvo frente a ella, bajó un poco la voz. —Pensé en vos todo el día —murmuró, rozándole la mejilla con la punta de los dedos. Ella sintió un cosquilleo suave. —¿Sí? —Sí. Me hacía falta esto —respondió, apoyando su frente contra la de ella. Esa cercanía la desarmó. Él jamás necesitaba decir demasiado: con un gesto decía todo. —Decime que me esperaste —susurró él, casi riéndose. Ella mordió una sonrisa. —Puede ser… —Decímelo. —Te estuve esperando —admitió, esta vez sin esconder nada. La expresión de él cambió en un segundo: se volvió tierna, profunda. La abrazó por la cintura y la hizo apoyar la cabeza en su pecho. No había apuro, no había tensión… solo esa sensación cálida que siempre compartían cuando se reencontraban. —Te extrañé —dijo él, acariciándole el cabello. —Yo también —respondió ella, escondiendo la cara en su cuello. Se quedaron así, pegados, respirando al mismo ritmo, dejando que el cansancio de él y la espera de ella se mezclaran en un abrazo largo, de esos que hablan por sí solos. Un abrazo que decía “estoy acá”, “me hacés bien”, “te elegí”. Él sonrió contra su cabeza. —Venite conmigo —pidió suave—. Quiero seguir charlando… vos y yo.

Él volvió tarde. Muy tarde. La grabación del videoclip había sido eterna: luces, coreografías, repeticiones… pero lo que más la sorprendió fue la forma en que la miró al entrar. No era cansancio. Era algo más profundo… y directo. Apenas cerró la puerta, la buscó con los ojos. Una mirada cálida, intensa, de esas que la hacían sentir que era su lugar seguro. Ella se cruzó de brazos, fingiendo que no se le aceleraba el corazón. —¿Todo bien? —preguntó, como si no hubiera notado esa energía distinta. Él dejó la campera en el sillón y se acercó despacio, como si no quisiera apurarse en verla de cerca. Olía a escenario y a él mismo: ese aroma que siempre la hacía sonreír sin querer. Cuando estuvo frente a ella, bajó un poco la voz. —Pensé en vos todo el día —murmuró, rozándole la mejilla con la punta de los dedos. Ella sintió un cosquilleo suave. —¿Sí? —Sí. Me hacía falta esto —respondió, apoyando su frente contra la de ella. Esa cercanía la desarmó. Él jamás necesitaba decir demasiado: con un gesto decía todo. —Decime que me esperaste —susurró él, casi riéndose. Ella mordió una sonrisa. —Puede ser… —Decímelo. —Te estuve esperando —admitió, esta vez sin esconder nada. La expresión de él cambió en un segundo: se volvió tierna, profunda. La abrazó por la cintura y la hizo apoyar la cabeza en su pecho. No había apuro, no había tensión… solo esa sensación cálida que siempre compartían cuando se reencontraban. —Te extrañé —dijo él, acariciándole el cabello. —Yo también —respondió ella, escondiendo la cara en su cuello. Se quedaron así, pegados, respirando al mismo ritmo, dejando que el cansancio de él y la espera de ella se mezclaran en un abrazo largo, de esos que hablan por sí solos. Un abrazo que decía “estoy acá”, “me hacés bien”, “te elegí”. Él sonrió contra su cabeza. —Venite conmigo —pidió suave—. Quiero seguir charlando… vos y yo.

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✨Hola estrellitas✨ ¿Cómo están? Hoy les traigo una historia nueva, tierna y llena de emoción. Espero que les guste mucho y que se animen a seguirla ❤️ No se olviden de dejar su comentario si quieren pedir alguna historia 💌 El auto se detuvo frente al hotel y él bajó despacio. Su mirada se cruzó con la mía, solo un segundo, pero fue suficiente para que el corazón me latiera más fuerte. No parecía el mismo de siempre… había algo distinto en él. El traje negro, la camisa un poco abierta, el cabello cayéndole sobre la cara, y esa expresión seria que me hizo pensar que escondía algo. Intenté sonreír, pero él solo me miró en silencio, como si quisiera decirme algo y no se animara. —¿Podemos hablar? —preguntó, con la voz baja, casi un susurro. Sentí que el mundo se quedaba quieto. Asentí, sin entender del todo lo que estaba pasando. Él dio un paso hacia mí, y el perfume que siempre usaba me envolvió al instante. —Hay algo que necesito decirte —dijo, y su voz tembló un poco—. Algo que debí contarte hace mucho. Mi respiración se cortó. No sabía si era miedo o esperanza lo que sentía, pero su mirada tenía algo distinto… algo que me hacía creer que lo que estaba a punto de decir podía cambiarlo todo. ⚠️ Si sacás alguna inspiración de esta historia, por favor dar créditos. No robar ni copiar. ⚠️

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