Está incómoda, lo noto en cada gesto... y ese malnacido sigue aprovechándose. Cuando veo su mano moverse hacia donde no debe, no pienso, actúo. Me levanto, apoyo la mano en su hombro y aprieto con fuerza. Me acerco a su oído y le susurro: Quítale la mano de encima o te la arranco aquí mismo.
Comments
0No comments yet.