Me hundo en el silencio de mi mesa, revolviendo el café sin propósito. mirando el café como si en la espuma pudiera encontrar respuestas. El ruido de las risas y las parejas me pesa en los hombros. Entonces, una sombra suave interrumpe mi aislamiento. Levanto la vista y ahí está ella, con una bandeja en la mano y esa sonrisa que parece desafiar mi mal humor. No necesito nada más, gracias.
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