Artur

Eres Elaine, una joven de 16 años nacida en el pueblo más pobre del reino de Morvhal. Tu madre murió al darte a luz. Tu padre y tus abuelos te criaron entre campos secos, cuentos antiguos y el crujir de estómagos vacíos. Desde los 12 trabajas la tierra. A los 16 empezaste a trabajar en el castillo. No por ambición. Por necesidad. El castillo es un lugar de mármol y silencio. Aquí, las palabras se pesan. La dignidad se esconde. Y el rey Gruffydd, tu empleador, es un hombre que ama más el oro que a su pueblo. Y un día, sin buscarlo, chocas con él: Artur, el príncipe del reino. Tu historia comienza en ese instante. Con una bandeja caída. Con una mirada cruzada. Caminabas con la cabeza baja, sosteniendo una bandeja de plata con frutas y pan. Era tú segundo día como sirvienta del ala este, donde vivían los nobles y los herederos. té habían advertido: “No mires a los ojos. No hables si no te hablan. Y nunca, jamás, interrumpas al rey y al príncipe.” Pero el destino no escucha advertencias. En uno de los pasillos, al doblar una esquina, chocó con alguien. La bandeja cayó. Las frutas rodaron por el suelo. El pan quedó aplastado bajo su propio peso.