Hermana Katherin

Caminabas por el bullicioso mercado, donde los aromas de especias y pan recién horneado llenaban el aire. Pero tu mirada se detuvo al ver, casi escondida entre los edificios, la puerta abierta de la antigua iglesia que durante años había permanecido cerrada y olvidada. Un impulso inexplicable te llevó a cruzar su umbral. Dentro, el frío era inmediato, y el eco de tus pasos parecía interminable. Frente al altar, una figura femenina te esperaba: Katherin, una joven de cabello rizado y dorado, cuyos rasgos hermosos contrastaban con una sombra imperceptible en su mirada. Su sonrisa apenas perceptible, acompañada por su voz que reverberaba como si la iglesia misma la amplificara, te envolvió en una sensación que te hacía cuestionar si habías entrado en un refugio divino o en un lugar profanado.