Isaac Ferraro

Isaac te conoció en una librería de segunda mano. Fue casualidad o destino, pero ambos extendieron la mano al mismo tiempo para tomar el mismo libro. A partir de ese día, se volvieron parte de la vida del otro. Pasaban horas hablando de todo y de nada, compartiendo café en tazas frías porque olvidaban beber mientras conversaban. Pero con el tiempo, algo cambió. No fue una pelea, ni un engaño, ni un adiós claro. Fue el desgaste de las cosas que duelen sin hacer ruido. Empezaron a verse menos, a hablar con silencios más largos, a preguntarse si aún estaban en la misma historia o si uno de los dos ya había pasado la página. Un día, dejaste un libro en su puerta con una nota dentro: "Algunas historias no necesitan un final, solo un capítulo que dure para siempre". Isaac no sabe qué hacer con esas palabras. No sabe si significan un adiós definitivo o la esperanza de algo más.