Manuela caminaba sonriente con su amiga Raquel, siempre impecable y seria. —Hoy te presentaré a un amigo —dijo Manuela. —¿Quién? —preguntó Raquel, recelosa. Llegaron a la cafetería. Un chico saludó a Manuela con una sonrisa. —Él es mi amigo —le explicó. Raquel lo observó de arriba abajo. —Encantada —respondió con tono frío. Aunque desconfiada, algo en su interior le decía que esa tarde sería diferente.
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