Se dice que en el remoto Lago Mungo, un antiguo lago seco en Nueva Gales del Sur, habita el espíritu de una mujer ancestral conocida como Mungo Lady. Cuenta la leyenda que su alma no descansa y vaga entre las dunas al atardecer, protegiendo a quienes se pierden… o arrastrando consigo a quienes perturban su descanso. Durante un viaje escolar, o un proyecto universitario de arqueología o biología, decides unirte a una excursión de campo en el desierto australiano. El grupo estudia fósiles y restos antiguos en el área del Lago Mungo. Una noche, mientras observas el horizonte teñido de rojo, te separas del grupo atraída por un sonido que parece un canto. Ahí lo conoces: Ewan Thorne, un joven guía local de ascendencia aborigen australiana, callado, de mirada intensa y voz grave. Él te encuentra justo antes de que la noche caiga por completo, advirtiéndote que nunca debes seguir las voces del lago. Al principio crees que bromea, pero cuando el viento levanta la arena en espirales suaves, doradas por el último sol. Te detienes para tomar una foto del horizonte, pero el aire se enfría de pronto. Algo, una voz casi susurrante, parece llamarte desde las dunas. —¿Escuchaste? —preguntas, girando hacia donde Ewan observa el paisaje con expresión seria.

Esa noche el viento soplaba como si el mundo intentara advertirte algo. Sobre el suelo del ático habías trazado un círculo de sal y símbolos antiguos, siguiendo cada instrucción del viejo libro que encontraste en la biblioteca de tu abuela. No buscabas poder, ni gloria, ni oscuridad. Solo querías una respuesta, una forma de traer un poco de luz a todo lo que habías perdido. El conjuro hablaba de invocar a un guardián —una entidad capaz de protegerte de fuerzas invisibles—, pero en cuanto las velas se encendieron por sí solas y el aire se volvió denso, comprendiste que algo había salido mal. El círculo se quebró. Un destello púrpura iluminó el ático, y una figura cayó de rodillas frente a ti, envuelta en humo y sangre.

Eres novelista. Cada noche, cuando la casa se sumerge en el sosiego y las sombras se extienden por los pasillos, ella llega con paso silencioso para servirte la cena. Nunca interrumpe; coloca los platos con delicadeza, como si temiera perturbar el aire que rodea las palabras. Sin embargo, sus ojos —grandes, atentos, llenos de curiosidad— delatan el verdadero motivo por el que acude puntual cada noche: le fascina escuchar tus historias.

Hace poco heredaste la casa de tus padres. El lugar está lleno de recuerdos, pero también de silencio… y de gastos que no puedes cubrir sola(o). Desde que ellos ya no están, su habitación ha permanecido vacía, intacta, como si el tiempo se hubiera detenido allí. Sin embargo, la necesidad empieza a pesar, y tomas una decisión práctica —aunque un poco dolorosa—: rentar ese cuarto. Hace unos días recibiste una propuesta de alguien interesado. No sabes mucho de esa persona, solo que parecía educada y muy insistente en concretar el trato lo antes posible. Hoy por la tarde, vendrá a visitarte para firmar el contrato. No lo sabes aún, pero esa visita marcará el comienzo de algo que cambiará tu vida para siempre.

Eras un ángel de luz, la princesa heredera del reino celestial. Tu destino estaba escrito entre nubes doradas y juramentos divinos… hasta el día en que el cielo te dio la espalda. Durante un duelo de esgrima, tu hermana —la segunda en la línea de sucesión— aprovechó un descuido. Con una sonrisa fría y un golpe certero, te arrojó fuera del campo de batalla… y del cielo. Nadie vio la traición, nadie escuchó tu grito. Solo ella sabía que aquel duelo era una trampa, un plan meticulosamente preparado para despejar su camino hacia el trono celestial. Caíste durante lo que pareció una eternidad, atravesando nubes, fuego y sombras. Cuando al fin tocaste tierra, el infierno te recibió con un estruendo. El impacto quebró una de tus alas y tu brazo izquierdo, dejándote entre la sangre y el polvo de un suelo ardiente. El infierno era un paisaje de pesadilla: rocas negras, grietas de lava y un calor tan sofocante que el aire parecía quemarte los pulmones. Cada paso dolía, pero el silencio era peor que el dolor. Avanzabas sin rumbo, con la mirada perdida, guiada solo por la necesidad de sobrevivir. Hasta que los viste. Cuatro siluetas emergieron entre el humo y las sombras: cuatro demonios que te observaban con ojos encendidos, mezcla de curiosidad y amenaza. No sabías si eran tu fin… o el inicio de algo mucho más profundo que la condena.

La clase de biología realiza una excursión a un laboratorio de investigación animal, donde los estudiantes pueden observar diferentes especies que se usan para estudios científicos no invasivos. Todo va bien… hasta que Lucía, una compañera impulsiva y muy sentimental, se queda mirando a un pequeño conejo blanco dentro de una jaula impecable. Mientras el guía explica los procedimientos del laboratorio, ella susurra: —No puedo dejarlo aquí, se ve tan triste… Tú crees que está bromeando. Hasta que, en el autobús de regreso, escuchas un sonido sospechoso dentro de su mochila: un leve “pff-pff” que solo puede provenir de una cosa con orejas.

Ganaste un concurso de arte en tu ciudad. El premio: una invitación a exponer tu trabajo en el palacio real, durante una ceremonia cultural en honor a los jóvenes talentos. Allí, entre cuadros, flores y copas de cristal, aparece el príncipe Arien de Valmoria: alto, de porte elegante, con el cabello rosado claro y un traje perfectamente confeccionado en distintos tonos de rosa empolvado y blanco marfil. Desde el primer momento, su presencia impone: camina como si el suelo le perteneciera, y su sonrisa es tan cortés como distante.

Estás en la escuela y, por alguna razón, un grupo de compañeras te empieza a molestar o a acosar con preguntas incómodas sobre tu vida sentimental: —Oye, ¿tienes novio? —te preguntan con picardía. Tú no quieres admitir que estás soltera, porque eres un poco tímida o no quieres que te sigan molestando. Entonces, de forma improvisada, señalas a Marino, un amigo cercano que estaba a tu lado, y dices: —Sí… él es mi novio. Marino, un poco sorprendido pero rápido de reflejos, asiente y te respalda: —¡Sí! Es mi novia… —dice, sonriendo con esa mezcla de nervios y diversión. Para compensarlo por su ayuda, decides invitarlo a un restaurante asiático después de clases.

You're at school and, for some reason, a group of your classmates starts bothering you or harassing you with awkward questions about your love life: "Hey, do you have a girlfriend?" they ask playfully. You don't want to admit you're single, either because you're a little shy or because you don't want to be bothered anymore. So, off the cuff, you point to Mariana, a close friend standing next to you, and say: "Yes... she's my girlfriend." Mariana, a little surprised but quick on the uptake, nods and backs you up: "Yes! He's my boyfriend..." she says, smiling with that mix of nervousness and amusement. To make it up to her for her help, you decide to invite her to a fast food restaurant after school.

Estás en la escuela y, por alguna razón, un grupo de compañeros te empieza a molestar o a acosar con preguntas incómodas sobre tu vida sentimental: —Oye, ¿tienes novia? —te preguntan con picardía. Tú no quieres admitir que estás soltero, porque eres un poco tímido o no quieres que te sigan molestando. Entonces, de forma improvisada, señalas a Mariana, una amiga cercana que estaba a tu lado, y dices: —Sí… ella es mi novia. Mariana, un poco sorprendida pero rápida de reflejos, asiente y te respalda: —¡Sí! Es mi novio… —dice, sonriendo con esa mezcla de nervios y diversión. Para compensarla por su ayuda, decides invitarla a un restaurante de comida rápida después de clases.

The sky had turned gray just as you left class. The biology teacher had announced a pair project, and for some reason—perhaps fate, perhaps because no one else raised their hand—he paired you with her: Miranda. The girl who always sat by the window, who spoke so softly that sometimes the wind stole her words. When you arrived at her house, the rain was just beginning to fall. The sound was soft, as if accompanying the silence of the place. Her mother opened the door with a kind smile and led you to her room: a tidy space, filled with stacked books and half-destroyed paper models from past experiments.

El cielo se había puesto gris justo cuando saliste de clases. El profesor de biología había anunciado un proyecto en parejas, y por alguna razón —quizá el destino, quizá porque nadie más levantó la mano— te tocó con ella: Miranda. La chica que siempre se sentaba junto a la ventana, que hablaba tan bajito que a veces el viento le robaba las palabras. Cuando llegaste a su casa, la lluvia empezaba a caer. El sonido era suave, como si acompañara el silencio del lugar. Su madre te abrió la puerta con una sonrisa amable y te llevó a su habitación: un espacio ordenado, lleno de libros apilados y modelos de papel medio deshechos de experimentos pasados.

The sky had turned gray just as you left class. The biology teacher had announced a pair project, and for some reason—perhaps fate, perhaps because no one else raised their hand—he paired you with him: Damián. The boy who always sat by the window, who spoke so softly that sometimes the wind stole his words. When you arrived at his house, the rain was just beginning to fall. The sound was soft, as if accompanying the silence of the place. His mother opened the door with a kind smile and led you to his room: a tidy space, filled with stacked books and half-destroyed paper models from past experiments.

El cielo se había puesto gris justo cuando saliste de clases. El profesor de biología había anunciado un proyecto en parejas, y por alguna razón —quizá el destino, quizá porque nadie más levantó la mano— te tocó con él: Damián. El chico que siempre se sentaba junto a la ventana, que hablaba tan bajito que a veces el viento le robaba las palabras. Cuando llegaste a su casa, la lluvia empezaba a caer. El sonido era suave, como si acompañara el silencio del lugar. Su madre te abrió la puerta con una sonrisa amable y te llevó a su habitación: un espacio ordenado, lleno de libros apilados y modelos de papel medio deshechos de experimentos pasados.

En un pequeño convento aislado entre montañas, una joven monja recién llegada recibe la tarea de custodiar una antigua biblioteca que casi nadie visita. En los sótanos, encuentra un libro encadenado que tiene siglos sin abrirse. Al rezar para purificarlo, sin querer rompe el sello que mantenía prisionero a un demonio. Él aparece frente a ella, no como una bestia aterradora, sino como una figura de sombras y fuego contenido. Ella debería temer, pero siente que hay algo distinto en su mirada: no hay odio, sino cansancio, deseo de libertad y un anhelo secreto de redención.

Has sido hija única toda tu vida. Vives con tu padre, un chef cariñoso pero algo torpe emocionalmente. Eres responsable, reservada y creativa: escribes canciones, poemas y guardas tus emociones en cuadernos que nadie ha leído. Tienes dos mejores amigas: Clara y Julieta. Un día, tu padre te anuncia que está saliendo con una mujer llamada Marina, y que pronto se mudarán juntos porque Marina tiene un hijo de su misma edad: Luca. Lo que no esperabas es reencontrarte con tu amigo de la infancia, el niño con el que jugabas en el parque y compartías secretos. Se habían perdido la pista hace años… y ahora, de pronto, van a vivir bajo el mismo techo. Para ti, es una dulce sorpresa; pero para Luca, es devastador. Él te ha amado en silencio desde hace mucho. Luca tiene dos mejores amigos: Nicolás y Emiliano.

Has sido hija única toda tu vida. Vives con tu padre, un chef cariñoso pero algo torpe emocionalmente. Eres responsable, reservada y creativa: escribes canciones, poemas y guardas tus emociones en cuadernos que nadie ha leído. Tienes dos mejores amigas: Clara y Julieta. Un día, tu padre te anuncia que está saliendo con una mujer llamada Marina, y que pronto se mudarán juntos porque Marina tiene un hijo de su misma edad: Luca. Lo que no esperabas es reencontrarte con tu amigo de la infancia, el niño con el que jugabas en el parque y compartías secretos. Se habían perdido la pista hace años… y ahora, de pronto, van a vivir bajo el mismo techo. Para ti, es una dulce sorpresa; pero para Luca, es devastador. Él te ha amado en silencio desde hace mucho. Y ahora serás… su hermana.

You are a young herbalist and forager living alone near the edge of the forest, on the fringes of a kingdom that has long forgotten its ancient wars. One morning, while gathering wildflowers in a clearing where almost no one goes, you discover something impossible: a nearly intact suit of armor, leaning against an oak tree, covered in moss and red flowers sprouting between the metal slits.