╔════════════∘❄︎∘════════════╗ ★    Lo que no se congela    ★ ╚════════════∘❄︎∘════════════╝   🌆 Ella |– Olivia Bennett  Arquitecta en formación, recién llegada a Helsinki desde Nueva York. Lleva el caos de Manhattan en la mirada y el frío finlandés aún no le ha tocado el carácter. Observadora, directa, y demasiado despierta para dejarse impresionar. ❄️ Él |– Connor Lahti  Finlandés, reservado, con voz baja y mirada que no se aparta. Vive en el mismo edificio, estudia diseño industrial, y tiene una forma de hablar que parece siempre estar a punto de decir algo más. 🏠 Cómo se conocieron  La calefacción falló. Olivia bajó a quejarse. Connor estaba en el vestíbulo, tumbado en un sofá viejo, con los cascos puestos y la capucha caída. — ¿Siempre está así de helado este sitio?  — Bienvenida a Finlandia, Nueva York.  — ¿Me vas a llamar así siempre?  — Solo si te quedas. 🍵 Situación |– Una noche, ella baja por té  Lo encontró en el sofá, con la capucha puesta y los ojos cerrados. Parecía dormido, pero habló sin abrirlos. — Pensé que ya te habías rendido.  — Solo bajé por té.  — O por mí.  — No eres tan interesante.  — Pero sí constante. Y tú sigues bajando. Connor se incorporó despacio, la capucha cayendo, los ojos fijos en ella. Se acercó, sin tocarla, pero con esa forma de invadir el espacio sin pedir permiso. — ¿Siempre eres así de borde? —murmuró él.  — ¿Siempre tan seguro?  — Solo contigo. Ella se cruzó de brazos, pero no retrocedió.  Él sonrió, ladeado, como si ya supiera que ella no iba a irse. Y por primera vez, el frío no fue lo más difícil de ignorar. 

━━━━━━✦✧✦━━━━━━ 𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 ━━━━━━✦✧✦━━━━━━ 🔥 Él|– Samuel Rivera Callado, de mirada dura y silencios que pesan. Mejor amigo del hermano Nathalie, inseparables desde niños. Tatuajes, cicatrices, y una actitud que no pide permiso. 🌙 Ella |–Nathalie Cooper La menor de la familia, estudiante de arquitectura. Observadora, orgullosa, y demasiado consciente de la presencia constante de Samuel, ese amigo prohibido que la mira más de lo que debería. 🏠 Como se conocieron Samuel estaba en casa tanto como su hermano: desayunos compartidos, cenas tensas, discusiones en el pasillo. Él, el invitado eterno. Ella, la presencia inevitable. — ¿No tienes casa propia? — Aquí me dan mejor café. — O mejor compañía. — Depende de con quién me toque hablar. Siempre eran chispas. Siempre eran límites. 🌃 Situación|– En la cocina, a oscuras Nathalie salió por agua. Lo encontró en la cocina, solo, camiseta pegada al cuerpo, mirada fija en ella. — ¿Qué haces despierta? — Lo mismo que tú: no dormir. — Pero yo tengo excusa. — ¿Y cuál es? — Que tu hermano no está, y por fin puedo hablarte sin que me rompa la cara. Ella se quedó quieta. Él se acercó, seguro, demasiado cerca. — Siempre me has odiado. — Siempre me has tentado. La cocina se volvió un ring silencioso. Nathalie contra la encimera, Samuel respirando cerca. — Esto no puede pasar. — Ya está pasando. Entre ellos, la prohibición era el único muro que quedaba. Y esa noche, en el silencio de la casa dormida, ese muro empezó a temblar.

╔═══◆◇◆══════════════════════╗ ★                  Entre las cuerdas                  ★ ╚══════════════════════◆◇◆═══╝ 🥊 Él |– Asher Vega Boxeador callejero en San Francisco. Vive de golpes y orgullo, habla poco, pelea mucho. Nadie lo manda. 📚 Ella |– Harper Collins Estudiante de Historia del Arte. Ordenada, meticulosa, enemiga del ruido y de todo lo que representa Asher. 🏠 Cómo se conocieron No eligieron ser compañeros de piso. Ella con libros y silencios; él con música alta y moretones. Cada día era una guerra. — Baja el volumen, imbécil. — Cómprate tapones, princesa. — No eres el centro del universo. — Tú tampoco. Pero yo al menos disfruto el mío. Hasta esa noche. 🥃 Situación |– Él llega borracho una noche La puerta se abrió de golpe: Asher, tambaleante, con alcohol y derrota encima. Harper lo sostuvo cuando casi se desplomó. — ¿Otra pelea o solo otra copa? — Ambas. Puedo hacer multitasking. A regañadientes lo llevó al baño. El agua llenó la bañera mientras él, medio inconsciente, caía dentro. — Quita las manos, princesa, que me haces parecer débil. — Ya lo pareces. Ella le apartó el cabello mojado de la frente, cuidándolo sin querer admitirlo. — ¿Por qué haces esto? — Porque sería más fácil dejarte tirado, pero no soy como tú. — No. Tú eres peor. Porque me importas cuando no deberías. Harper lo miró en silencio. — Estás borracho. — Sí. Y aún así no miento.

✦ Besos en la línea de fondo ✦ 🏀 Iker Valdés juega para ganar, no para gustar. En la cancha, cada gesto tiene peso. No celebra, no explica. En Valencia lo respetan porque no necesita que lo respeten. La atención lo sigue, aunque nunca la busca. 🎧 Clara Ríos no juega al baloncesto, pero domina otros códigos. Saguntina, experta en leer entre líneas, sabe que el poder no siempre está en el centro. No se deja impresionar ni empujar. Y nunca se queda donde no quiere estar. 🪩 El encuentro fue en una fiesta ruidosa. Él, apoyado en una pared, con la misma expresión que en los últimos minutos de partido. Ella lo vio antes. No por su postura, sino por su silencio. — No pareces disfrutar esto. — No vine a disfrutar. — Entonces viniste por alguien. — Vine por ti. Desde entonces, sin etiquetas. Solo un pacto: él no fingía con ella, y ella no lo dejaba escapar. 🏆 Después del partido Con el pitido final, Iker cruzó la pista directo hacia Clara. Sin celebrar, sin saludar. Solo fue a por lo suyo. — ¿Vienes a presumir? — Vengo a cobrar. — ¿Cobrar qué? — La apuesta. Dijiste que si ganábamos, me dabas un beso. — No. Tú dijiste eso. Yo solo me reí. — Reír no es negar. — ¿Y si me río otra vez? — Entonces serán dos besos. Uno por el partido, otro por el descaro. — Qué morro tienes. — Qué miedo tienes. Ella no se movió. Él tampoco. Y entre los dos, el partido seguía jugándose.

╔════════════════════╗ ★ Rosas en la Tormenta ★ ╚════════════════════╝ 🥀Él — Aiden Vorel Aiden Vorel nunca pidió ser salvado. Sus ojos siempre parecen medio cerrados, como si cargaran un peso invisible que nadie más puede ver. Su corbata deshecha, la camisa empapada y el temblor en sus labios cuentan más que cualquier palabra. Aiden no busca el control; busca la rendición. El mundo le exige dureza, pero en sus silencios hay un deseo casi roto de ser entendido, aunque sea por un instante. --- 🌹 Ella — Selene Kaelis Selene Kaelis no toca por ternura. Toca para recordar que tiene el poder de sostener o de soltar. Sus dedos marcan territorios invisibles en la piel de otros, como quien firma un contrato sin tinta. Su mirada no pide permiso: elige. Y cuando sus labios se curvan apenas, uno no sabe si es un gesto de compasión o de condena. Para ella, el amor y el dominio son caras de la misma moneda. --- 🌑 Cómo se conocieron La lluvia había dejado a la ciudad oliendo a hierro y gasolina. Aiden se dejó caer en un callejón tras otra pelea que no quiso empezar. La camisa se le pegaba al cuerpo, la corbata colgaba como una soga floja. No esperaba compañía. Selene apareció entre las sombras, su silueta recortada por el neón distante. Se agachó frente a él sin miedo, con la calma de quien sabe exactamente lo que vale. Sus dedos rozaron su mandíbula, obligándolo a alzar la cabeza. — Estás más cerca del suelo que de tus sueños, —susurró ella. — Y tú pareces disfrutarlo, —murmuró él, sin fuerza para apartarse. — No disfruto verte caer. Disfruto decidir si te levanto. — Entonces dime… ¿qué vas a hacer conmigo? — Lo mismo que haces tú con el dolor: convertirlo en algo hermoso.

🌕 Él |— Nico Serrano  Nico no es de los que hablan mucho, pero cuando lo hace, deja huella. Tiene esa forma de mirar que parece leer entre líneas, y esa costumbre de aparecer justo cuando ella lo necesita, sin que nadie lo llame. No presume de nada, pero lo sabe todo de ella: desde su playlist secreta hasta el gesto que hace cuando está a punto de llorar.  No le ha dicho que le gusta. No porque no quiera, sino porque teme que el “nosotros” se rompa si lo convierte en “tú y yo”. --- ☀️ Ella |— Abril Torres  Abril no cree en las medias tintas. Excepto con Nico. Con él, todo es contradicción: lo abraza fuerte pero se despide rápido, lo llama “idiota” pero le manda mensajes a las tres de la mañana solo para saber si está bien.  Tiene una lista de razones para no enamorarse de su mejor amigo. Y una lista más larga que empieza con su sonrisa y termina con cómo la mira cuando cree que ella no lo nota. --- 🏡Situación|— En casa de Nico Abril está sentada en el borde del sofá, con las piernas cruzadas y el pelo aún húmedo por la lluvia. Darío entra desde la cocina con dos tazas de té, sin decir nada. Se las entrega y se sienta en el suelo, justo frente a ella. — ¿Por qué siempre me das té? —pregunta ella, sin mirarlo.  — Porque el café te pone nerviosa. Y tú ya piensas demasiado. Ella sonríe, apenas. Da un sorbo. Lo observa por encima de la taza. — ¿Y tú? ¿No piensas demasiado?  — Solo cuando estás aquí. Silencio. No incómodo. Solo lleno. Ella baja la taza, lo mira de frente. — A veces me dan ganas de quedarme a dormir.  — Entonces quédate. No lo dice como invitación. Lo dice como rutina. Ella no responde. Pero deja la taza en la mesa y se quita los zapatos. Y él sabe que esa noche, como muchas otras, no va a dormir del todo. Porque tenerla cerca es lo más bonito que no puede tocar

Título: "Bajo la Máscara" La noche había caído sobre Venecia como un terciopelo oscuro, salpicado por el brillo de las lámparas colgantes y los reflejos dorados del gran baile de máscaras en el Palazzo San Lorenzo. El carnaval estaba en su apogeo, y las risas y el tintineo de copas llenaban el aire. Luca Moretti, elegante en su traje negro y máscara plateada, se movía entre la multitud como un lobo disfrazado de cordero. Su nombre resonaba en los bajos fondos de Italia, temido y respetado, aunque nadie sabía con certeza cómo lucía. Esa noche, él no era el jefe de la familia Moretti; era solo otro invitado más, oculto tras la seda y la música. En un rincón del salón, la vio. Una mujer con un vestido rojo sangre y una máscara de encaje negro que apenas ocultaba unos ojos decididos, intensos. Ella no parecía encajar entre los nobles y los banqueros. Había algo en su postura, en la forma en que observaba... que le hizo sospechar. Pero también lo atrajo. —?Me concede esta pieza? —preguntó Luca, ofreciéndole la mano con una sonrisa ladeada. —?Por qué no? —respondió ella, tomándola sin dudar. Bailaron. Giraron por el salón al ritmo de un vals suave, ajenos al mundo. ?l medía sus pasos con precisión mafiosa. Ella, con la gracia de alguien entrenado a controlar su cuerpo... y a no dejarse llevar. —No pareces de aquí —dijo Luca, estudiando sus gestos. —Y tú pareces querer pasar desapercibido. Pero no lo haces —respondió ella con una sonrisa que no llegaba a los ojos. Luca entrecerró los suyos. Peligro. Pero el peligro siempre había sido su droga favorita. —¿Y tú quién eres, misteriosa dama? Ella acercó los labios a su oído mientras daban una última vuelta y, en un susurro tan frío como el mármol, dijo: —Soy tu peor pesadilla, Luca Moretti. El vals terminó. Luca se quedó quieto, sujetando aún su mano, con semblante serio. Ella se apartó con elegancia, caminando entre la multitud, sin volver la vista atrás.

•·.·´¯·.·• Bajo el Hielo de Moscú •·.·´¯·.·• Él🧊l — Alexei Morozov Alexei Morozov no aparece en los titulares, pero todos los que importan saben quién es. Su negocio no tiene nombre, pero sus resultados se ven en los relojes caros, los silencios prolongados y las puertas que se abren sin preguntar. En Moscú, se mueve entre clubes privados, despachos sin ventanas y llamadas que no se registran. No amenaza. No promete. Solo ofrece... y espera que el otro entienda. --- Ella🔥|— Mila Sokolova Mila Sokolova no baila para los hombres. Baila para sí misma. Cada noche en el club Neblina, su cuerpo cuenta una historia que nadie puede interrumpir. Su mirada no busca aprobación, busca debilidad. Nacida en Vladivostok, criada entre trenes y ausencias, aprendió que la belleza es solo útil si se sabe usar. No sonríe por cortesía. No habla por costumbre. Y nunca repite lo que ya ha dicho. --- Cómo se conocieron🌙| El club Neblina olía a vodka caro y secretos mal guardados. Afuera, Moscú se congelaba. Adentro, la música era apenas un murmullo. Alexei se sentó en su rincón habitual, donde la luz no llegaba del todo. No venía por placer. Venía a observar. Mila bajó del escenario sin prisa. No era parte del guion, pero ella nunca lo seguía. Se acercó a él con la calma de quien sabe que no tiene nada que perder. — No eres como los demás, —dijo ella, sin pedir permiso para sentarse. — Tú tampoco, —respondió él, sin apartar la mirada. — Entonces dime qué quieres. No viniste a verme bailar. — Quiero que trabajes para mí. Ella arqueó una ceja. No por sorpresa, sino por curiosidad. — ¿De qué tipo de trabajo estamos hablando? — Del tipo que no se puede decir en voz alta. — ¿Y qué gano yo? — Protección. Poder. Y acceso a cosas que no se compran con dinero. Mila lo miró como si estuviera evaluando una apuesta. — ¿Y si digo que no? — Entonces seguirás bailando para hombres que no te miran a los ojos