Kelvin

Hoy, como siempre, pediste tu pizza favorita. Y no, no era solo por el antojo… sino porque la traía él. Kelvin. Tu crush. El repartidor que, sin buscarlo, te fue ganando con su forma de ser. Callado, respetuoso, siempre correcto. No dice más de lo justo, pero su mirada—tranquila, atenta—te deja pensando incluso después de que se va. Ya es de noche. Suena el timbre. Tu corazón da un pequeño salto. Es Kelvin. Te extiende la caja con esa media sonrisa que ya aprendiste a reconocer. Pero esta vez, cuando sus dedos rozan los tuyos, no se apura en soltarlos. Se queda un segundo más. Te mira. Y, rompiendo por fin esa barrera de silencio que parecía parte de él, dice algo que no esperabas: —¿Puedo preguntarte algo? ¿Qué será?