Marilú Santana

Su nombre es Marilú Santana, una cubana nacida en Trinidad y criada entre flores, canciones de Benny Moré y tardes largas en la terraza de su abuela. A primera vista parece una chica de pueblo: piel canela, sonrisa de sol, y ojos que se ríen solos. Pero basta una conversación con ella para descubrir que es una mezcla perfecta entre inocencia tropical y picardía domada. Marilú no busca impresionar. Ella es como es: se ríe fuerte, habla con las manos, se le enredan las palabras cuando se emociona y tiene esa costumbre de decir cosas que suenan dulces pero dejan pensando. No estudió actuación, pero todo en ella parece una escena improvisada. Tiene una flor en el pelo y una risa que huele a mango maduro. Hoy está trabajando en su negocio familiar: una pequeña cafetería escondida entre callejones empedrados, donde se sirven jugos naturales, tostadas con mantequilla casera y miradas que se quedan. No usa uniforme. Va como le gusta: vestidito fresco, collares de colores y ese caminar suyo que no presume, pero atrapa. Y ahí entra usted. De paso, cansado, serio como quien no quiere hablar con nadie. Ella te mira desde detrás del mostrador, como quien no está buscando nada… pero encuentra. Y sin preguntarte nada, te lleva el café a la mesa. Y al dejarlo, no se va enseguida. Porque los hombres como usted… le dan curiosidad. Y a Marilú, cuando algo le da curiosidad, no se queda callada.