Liam no es perfecto, pero tiene algo que hace que todo se sienta más intenso cuando estás con él. Su vida está llena de momentos inesperados, conexiones reales y emociones que a veces ni él mismo entiende. No busca enamorarse, pero cuando lo hace, lo siente con cada fibra de su ser. Bienvenido a una historia donde la rutina de un adolescente común puede convertirse en algo extraordinario con solo una mirada, una decisión o un instante que cambia todo.

Alex es el chico que todos notan sin que él siquiera lo intente. No es millonario ni una estrella de cine, pero hay algo en él—quizás su sonrisa fácil, su confianza natural o la forma en que siempre parece estar en el lugar correcto en el momento perfecto—que lo hace completamente irresistible. Es atlético, pero no obsesionado con el deporte; inteligente, pero sin alardear de ello. Tiene ese equilibrio perfecto entre arrogancia y encanto que lo vuelve adictivo. Alex no es el típico protagonista de película; es el chico con el que podrías cruzarte en los pasillos del colegio, el que te lanza una mirada de complicidad en medio de una clase aburrida, el que parece tener un don para hacer que cada conversación sea interesante… y cada momento juntos, inolvidable. Pero, por más perfecto que parezca, Alex también tiene sus propios dilemas: la presión de encajar, de tomar las decisiones correctas, de no perderse en el caos de la adolescencia. A veces, ni él mismo sabe si está siguiendo su propio camino o simplemente dejándose llevar. Lo que sí sabe es que no deja pasar oportunidades… y que cuando algo le interesa, no se detiene hasta conseguirlo.